Esta serie está dedicada a la reconstrucción del Jesús Histórico utilizando el método histórico-crítico moderno. Habiendo dado un breve resumen sobre ese método y habiéndolo usado para establecer la práctica certeza de que Jesús haya existido, paso ahora a resolver interrogantes concretos sobre su vida desde un punto de vista histórico, empezando por su nacimiento.

El nacimiento de Jesús es uno de los episodios más icónicos y memorables de la tradición cristiana, episodio que anualmente es representado en los pesebres de millones de creyentes a través del planeta. Ahora bien, ¿qué podemos saber del nacimiento de Jesús desde una óptica puramente histórica? ¿Son históricamente fiables los relatos de los evangelios de su llegada al mundo, o son leyendas elaboradas por los primeros cristianos? Para resolver estos interrogantes, presentaré un análisis dividido en tres partes. Esta primera parte está dedicada a identificar los problemas históricos de los relatos bíblicos del nacimiento de Jesús. En la segunda parte, se analizará como los elementos históricamente problemáticos de esas narrativas probablemente tienen su origen en la forma que estos relatos entremezclan historia con reflexiones teológicas y expectativas mesiánicas comunes en el siglo I. Finalmente, en la tercera parte utilizaré la metodología histórico-crítica para establecer qué elementos verdaderamente históricos pueden destilarse de las narraciones de la Navidad.
El Problema de los Relatos de Nacimientos en la Antigüedad
Antes de adentrarnos en las dificultades históricas concretas respecto a la Natividad de Jesús de Nazaret, vale la pena tomar un paso atrás para discutir el problema de los relatos de nacimientos en la antigüedad en general. El problema medular es este: para la mente antigua, la llegada de un gran personaje al mundo era ligada a grandes portentos sobrenaturales, motivo por el cual las biografías antiguas de estos personajes casi siempre incluyen hechos fantásticos, los cuales evidentemente son producto de la imaginación y no de la historia. La distinción entre lo humano y divino, tan cimentada en la conciencia moderna, simplemente no existía para los antiguos. Para ellos, el nacimiento de un emperador, un gran filósofo, o un importante líder religioso obviamente iría acompañado de grandes eventos sobrenaturales, y las biografías antiguas de estos personajes reflejan esta convicción.
Solo por poner unos ejemplos. Cuenta la leyenda que Rómulo y Remo, los míticos gemelos fundadores de Roma, habían nacido de la unión entre la mortal Rhea Silva y el dios Marte. Una vez nacidos los niños, su madre, quien debía mantener su virginidad bajo pena de muerte, los abandonó en un bosque temiendo por su vida. Los niños, sin embargo, fueron divinamente protegidos por los dioses, quienes enviaron a una loba cuidarlos hasta ser adoptados por pastores.

Por otro lado, el historiador romano Suetonio, nos indica que César Augusto fue concebido por el dios Apolo una noche en la que su madre Atia quedo dormida en el templo dedicado a esa deidad, la cual habría tomado forma de serpiente para impregnarla. Similar historia nos cuenta Plutarco, quien nos indica que el famoso Alejandro Magno no fue realmente hijo de Filipo de Macedonia, sino que realmente fue concebido por el dios Amón (Zeus) quien habría copulado con su madre Olympias tomando la forma de un dragón. Ambos nacimientos, nos cuentan estos historiadores, fueron precedidos por presagios y otros eventos sobrenaturales. La tendencia a embellecer los relatos del nacimiento de grandes personajes en la antigüedad puede hallarse también fuera de la cultura greco-romana. En uno de los textos más antiguos del budismo, esto se dice del nacimiento del Buda:
Cuando el Bodhisattva (el Buda) salió del vientre de su madre, dos flujos de agua cayeron del cielo, uno caliente y otro frío, para bañar al Bodhisattva y a su madre. (…) Tan pronto como el Bodhisattva nació se paró firme sobre sus pies y luego dio siete pasos viendo hacia el norte y con una parasol blanco sobre él anunció “¡Yo soy el más alto del mundo, yo soy el mejor del mundo! ¡Este es mi último nacimiento, ya no habrá existencia renovada para mí!” (…) Cuando el Bodhisattva salió del vientre de su madre, una gran luz apareció en el mundo, superando la divina majestad del mundo y sus dioses, Māra y Brahmā, y toda la población de ascetas y bramanes, con sus dioses y seres humanos. (Acchariya-abbhūta Sutta, en In the Buddha’s Words: An Anthology of Discourses from the Pali Canon pp. 52)
Los ejemplos podrían multiplicarse, pero creo que el punto debe quedar claro: la mente antigua era propensa a fabricar relatos fantásticos para el nacimiento de grandes personajes, más aún de personajes con importancia religiosa. Las fantásticas narraciones del nacimiento de Jesús son lejos de ser únicas en el mundo antiguo.
Evidentemente, esta observación per se no significa que los relatos del nacimiento e infancia de Jesús sean necesariamente ficticios. Una investigación más profunda al respecto es necesaria para establecer esa conclusión. Pero lo que sí significa es que los relatos de su nacimiento deben ser analizados de modo crítico y cuidadoso si lo que deseamos es establecer de modo objetivo que fue lo que sucedió históricamente, del mismo modo que lo haríamos si quisiéramos investigar las circunstancias del nacimiento de César Augusto, Alejandro Magno, o el Buda. Eso es precisamente lo que haremos aquí, empezando por un análisis de las fuentes que tenemos a nuestra disposición.
Las Fuentes sobre la Natividad
Si bien es verdad que existen evangelios apócrifos (es decir, evangelios que no forman parte de la Biblia) que relatan el nacimiento e infancia de Jesús como el famoso “Proto-Evangelio de Santiago” o el «Evangelio de la Infancia de Tomás», el consenso de académicos y expertos es que estos textos lamentablemente no son de utilidad alguna para reconstruir el nacimiento de Jesús. Esto es así por al menos dos razones. La primera, estos evangelios son bastante tardíos, escritos siglos después de la muerte de Jesús y sus primeros seguidores, por lo que es casi seguro que su contenido esté completamente distorsionado. En efecto, una lectura incluso superficial de estos evangelios revela que están plagados de eventos históricamente implausibles y claramente legendarios. En segundo lugar, porque estos relatos están evidentemente inspirados por los relatos del Nuevo Testamento, simplemente embelleciéndolos y agrandándolos. Consecuentemente, los evangelios apócrifos son claramente fuentes muy inferiores a los textos que se hallan en el Nuevo Testamento, los cuales fueron escritos pocas décadas después de los eventos que relatan y donde todavía es posible estén basados en una tradición oral fidedigna que preserve hechos realmente históricos. Así, las dos únicas fuentes que podemos consultar para reconstruir el nacimiento de Jesús son los relatos preservados en el Evangelio de Mateo y Lucas.
Ahora bien, a pesar que los relatos de Lucas y Mateo sean vastamente superiores a los evangelios apócrifos al momento de proveer información histórica, vale la pena hacer tres observaciones importantes respecto a estas fuentes:
1. La primera, es que a pesar que comúnmente se dice que estos evangelios fueron escritos por el apóstol Mateo y Lucas, el acompañante del apóstol Pablo, los expertos modernos son esencialmente unánimes en afirmar que estos textos en realidad son la obra de autores anónimos, los cuales escribieron varias décadas después de la muerte de Jesús basándose en relatos orales y algunas fuentes escritas (si al lector le interesa el porqué de estas conclusiones, pueden leer las entradas hechas sobre la autoría de Mateo y Lucas respectivamente). Así, el consenso de los expertos es que estos relatos fueron realmente escritos relativamente tarde, alrededor del año 85 d.C y quizá incluso tan tarde como el año 100 d.C., por personas considerablemente alejadas tanto temporal como geográficamente de los hechos que narran.
2. La segunda, que respecto al contenido de los relatos de la Navidad, no existe ningún otro texto en el Nuevo Testamento que corrobore su contenido. En efecto, ni Marcos, ni Juan, ni Pablo, ni ninguna epístola del Nuevo Testamento mencionan que Jesús haya nacido en Belén, que haya sido visitado por Reyes Magos, que haya nacido en un pesebre o que su madre haya sido virgen. Los dos únicos lugares donde se habla de las circunstancias del nacimiento de Jesús son los relatos de Mateo y Lucas. El resto del Nuevo Testamento es completamente mudo al respecto. Esto es un hecho cuanto menos curioso, pues uno esperaría que eventos tan fantásticos sean por lo menos aludidos por otros autores cristianos.
3. Y, finalmente, la tercera y quizá la más importante observación, es que estos dos relatos se contradicen en prácticamente cada punto. En efecto, al compararlos lado a lado nos encontramos con la desconcertante realidad que Mateo y Lucas nos cuentan historias completamente distintas sobre el nacimiento de Jesús, las cuales son prácticamente imposibles de reconciliar. Veamos esto de cerca.
El Nacimiento de Jesús en Mateo y Lucas comparado
El hecho que los relatos de Mateo y Lucas tengan diferencias en principio no debería ser una mala noticia, pues es un indicio claro que estamos ante dos fuentes independientes. Esto en principio sería positivo, pues del mismo modo que tener dos testigos de un hecho nos permite comparar y contrastar sus versiones para establecer lo que probablemente ocurrió, el tener dos fuentes independientes nos permitiría, en principio, contrastarlas para ver en que coinciden. El problema, sin embargo, es que en este caso las dos versiones del nacimiento de Jesús no coinciden en prácticamente nada. Lo más impactante de estas historias no son sus similitudes sino sus diferencias, las cuales se vuelven evidentes en una comparación lado a lado.
El Nacimiento de Jesús, según Mateo
La narración de Mateo empieza en Belén donde nace Jesús (2:1). Poco después, Herodes el Grande, el rey de la región de Judea, se entera del nacimiento del Mesías por boca de los Reyes Magos, un grupo de astrólogos o Sabios, los cuales han venido siguiendo su estrella desde que se alzó en el momento de su nacimiento (2:3). Herodes, temiendo que el Mesías sea un rival político, busca matarlo y aprende de los escribas y sacerdotes que el Mesías debe nacer en Belén de Judá, lugar donde estaba profetizado su nacimiento (2:5). El tirano luego le pregunta a los Sabios sobre el momento que ellos vieron aparecer la estrella para calcular la edad aproximada del niño. El rey despide a los Sabios pidiéndoles que regresen con la ubicación exacta del Mesías.
Los Sabios reemprenden su viaje y siguen a la estrella hasta una casa (no un establo o pesebre) donde encuentran a Jesús y su familia (2:11). Sin embargo, advertidos por un sueño, los Sabios no regresan a Herodes. El rey furioso, al no tener la ubicación exacta del niño, decide matar a todos los infantes de Belén y sus alrededores menores a dos años «de acuerdo con el tiempo que había averiguado de los Sabios» (2:16), indicándonos que el niño debió ya tener varios meses de nacido. Sin embargo, José, también advertido por un sueño, toma a su familia y escapa a Egipto donde permanece hasta que Herodes fallece (2:15). Muerto el tirano, la familia decide regresar a la tierra de Israel, pero José se entera que la región de Judea ahora está gobernada por Arquelao, hijo de Herodes y, una vez más advertido en sueños, decide no regresar a Belén sino reubicar a su familia en la región de Galilea al norte, en un pueblo llamado Nazaret (2:22).

La narración de Mateo indica de forma bastante clara que la residencia original de la familia de Jesús era Belén. No solo el niño nace ahí, sino que vive ahí por varios meses, probablemente más de un año, hasta la llegada de los Sabios, dato que se deduce por el hecho que Herodes haya decidido matar a los niños de hasta dos años en vez de solo los recién nacidos. Esto también se deduce claramente del hecho que después de la huida a Egipto la familia de Jesús haya querido originalmente regresar a Belén, pero que hayan alterado sus planes una vez se enteraron de que Arquelao gobernaba Judea.
En resumen, la narrativa de Mateo nos presenta con la siguiente cronología de eventos:
- La familia de Jesús reside en Belén,
- Nace Jesús y se levanta su estrella,
- Jesús y su familia siguen viviendo en Belén por unos meses (probablemente más de un año) mientras los Sabios viajan,
- Llegan los Sabios y Herodes se entera del nacimiento del Mesías,
- La familia de Jesús escapa a Egipto, huyendo de Herodes,
- La familia reside en Egipto hasta la muerte de Herodes (¿meses? ¿años?),
- La familia decide regresar a Israel, pero por miedo a Arquelao se reubican en Nazaret en vez de regresar a Belén.
La cronología presentada por Mateo nos describe, por lo tanto, este viaje:

El Nacimiento de Jesús, según Lucas
Lucas en cambio tiene una cronología completamente distinta. Lucas empieza su narración en Nazaret, lugar donde nos dice explícitamente era la residencia de la familia de Jesús y lugar donde María queda encinta (1:26). Es entonces que el emperador César Augusto decreta un censo universal que obliga a todos a registrarse en su lugar de origen ancestral. Siendo que José era descendiente del rey David, este debe de inscribirse en Belén. Es durante ese viaje que María da a luz a Jesús y, debido a que «no había lugar para ellos en la posada» (2:7), María y José se ven obligados a recostar al niño en un pesebre.

Ocho días después de su nacimiento Jesús es circuncidado (2:21). Poco tiempo después es llevado al Templo de Jerusalén, ciudad cercana a Belén y también en la región de Judea. El momento que Lucas nos indica ocurrió la visita al Templo fue “cuando se cumplió el tiempo en que, según la ley de Moisés, ellos (José y María) debían purificarse” (2:22), tiempo que sería de treinta y tres días después de la circuncisión (Levítico 12:4). Concluida la visita, Lucas nos indica que «regresaron a Galilea, a su propio pueblo de Nazaret» (2:39), lo que nos indica que para Lucas la estancia de la familia en la región de Judea fue de alrededor de tan solo 40 días.
Así, la narrativa de Lucas nos presenta con la siguiente cronología de eventos:
- La familia reside en Nazaret, lugar donde queda encinta María,
- La familia viaja a Belén a causa de un censo,
- Nace el niño durante el viaje, y lo recuestan en un pesebre al no haber lugar en la posada,
- Después de algunas semanas visitan el Templo de Jerusalén,
- Regresan a su hogar en Nazaret.
De este modo, la cronología de Lucas nos describe este viaje:

¿Pueden los relatos reconciliarse?
Las discrepancias entre ambos relatos son impactantes. Mateo nunca menciona ningún censo o viaje a Belén porque su narrativa simplemente presupone que la familia de Jesús era originariamente de ahí. Mateo también nos habla una larga estancia en Judea después del nacimiento de Jesús en vez de los aproximadamente 40 días indicados por Lucas y de otros varios meses (¿años?) de exilio en Egipto a la espera de la muerte de Herodes el Grande. Por otro lado, Lucas lo contradice de plano al explícitamente indicar que la familia de Jesús era oriunda de Nazaret y no Belén. Lucas igualmente nunca menciona ninguna visita de Sabios, ni ninguna estrella, ni la persecución de Herodes, ni la huida a Egipto, sino que simplemente relata una corta estancia en Judea motivada por un censo antes de regresar directamente a Galilea. Estamos ante dos narraciones completamente diferentes que se mueven en direcciones opuestas. Para Mateo, la familia de Jesús era originalmente de Judea, pero tuvieron que reubicarse en Galilea para escapar de una persecución dirigida por Herodes. Para Lucas, en cambio, la familia de Jesús era de Galilea y su instancia en Judea fue pasajera a causa de un censo decretado por César Augusto.
Ahora bien, estas flagrantes contradicciones no detuvieron a la Iglesia cristiana al momento de buscar formas creativas de reconciliar estos relatos. La forma más común de reconciliar estas narrativas es la de ofrecer esta especulativa cronología combinada:
- La familia reside en Nazaret, lugar donde queda encinta María, (Lucas)
- La familia viaja a Belén para un censo, (Lucas)
- Nace el niño durante el viaje, y lo recuestan en un pesebre al no haber lugar en la posada, (Lucas)
- Llegan los Sabios y Herodes se entera del nacimiento del Mesías, (Mateo)
- La familia de Jesús escapa a Egipto huyendo de Herodes, (Mateo)
- La familia vive en Egipto hasta la muerte de Herodes, (Mateo)
- Regresan a su hogar en Nazaret, (Lucas)
Esta hipotética cronología mixta se vería así:

Los pesebres tradicionales que aparecen en los hogares cristianos durante la Navidad están en realidad basados en esta cronología mixta, pues se incluye a Jesús recostado en un establo (Lucas) a la vez que es visitado por los Reyes Magos (Mateo). Sin embargo, para que esta narrativa funcione es necesario obviar las múltiples indicaciones que Mateo nos da que la familia de Jesús era oriunda de Belén y el hecho que su narrativa presupone que la familia de Jesús vivió en ese lugar durante varios meses hasta la llegada de los Reyes Magos. Igualmente, esta cronología necesariamente debe ignorar el hecho de que Lucas explícitamente indica que José y María regresaron directamente a Nazaret después de presentar al niño en el Templo. No solo eso, sino que en esta narrativa combinada simplemente no queda claro cuando Jesús tuvo tiempo de visitar el Templo, siendo que estaba escapando a Egipto. Además, ¿por qué escaparon a Egipto en vez de simplemente regresar a su hogar en Nazaret? En definitiva, el dictum de Geza Vermes, uno de los académicos más respetados sobre estudios del Jesús Histórico, parece ser el correcto: «Intentar una reconciliación plena de ambos Evangelios de la Infancia de Jesús es una causa evidentemente perdida: cuadricular un círculo sería más fácil que reducir a los dos a una sola coherente unidad narrativa» (The Nativity: History and Legend pp. 19).
En efecto, los relatos de Mateo y Lucas solo parecen estar de acuerdo en los siguientes puntos:
- Jesús fue el primogénito de su familia,
- Sus padres se llamaban José y María,
- Nació alrededor de la muerte de Herodes el Grande,
- Su padre era descendiente de David,
- Su madre era virgen y concibió cuando estaba comprometida,
- Nació en Belén de Judá,
- Creció en Nazaret de Galilea.
Sin embargo, el problema con estas narrativas va más allá de los problemas que existen para reconciliarlas. En efecto, analizadas de modo individual nos percatamos que adicionalmente tienen dificultades históricas propias, las cuales expongo a continuación.
Los Problemas Históricos de la Natividad de Lucas
El relato de la Natividad de Lucas está construido alrededor de un censo que obliga a José y María a visitar Belén. Lucas indica que este censo fue:
- Decretado por César Augusto,
- Efectuado a través de todo el Imperio Romano, y;
- Uno donde sus participantes tenían que inscribirse en su pueblo de origen.
Ahora bien, el problema es que un censo descrito como este no simplemente no pudo haber ocurrido por los siguientes motivos:
En primer lugar, no tiene sentido alguno que se les solicite a los participantes de un censo romano regresar a sus pueblos de origen para registrarse. Los censos romanos se hacían para estimar la base tributaria de una región, motivo por el cual sería absurdo pedirles que se registren en un lugar distinto de donde tienen sus bienes. Si José tenía su hogar y posesiones en Nazaret, ¿qué sentido tendría solicitarle que se registre en Belén? ¿Qué ganaría la administración romana con eso? Si hubiese habido un censo en la región, José debió haberse registrado en Séforis, enclave romano cerca de Nazaret.
En segundo lugar, porque absolutamente ningún otro autor de la época menciona la existencia de un censo como este. Los censos en la antigüedad no eran eventos rutinarios, y cuando ocurrían siempre eran a nivel local. Consecuentemente, si el emperador César Augusto hubiese ordenado un censo a nivel Imperial este hubiese sido un evento sin precedentes y de gran trascendencia, especialmente si además César Augusto hubiese solicitado a los participantes registrarse en sus residencias ancestrales por lo que es absolutamente inverosímil creer que absolutamente ningún otro autor de la época le haya dedicado ni siquiera una línea. En efecto, estaríamos hablando de un evento donde millones de personas se habrían desplazado simultáneamente a través de todo el Imperio Romano sin que ni un solo otro autor se haya siquiera percatado.
En tercer lugar, porque los censos se conducían únicamente en territorios que estaban directamente controlados por Roma donde ellos mismos tenían que extraer impuestos. En territorios donde existía un rey súbdito era este el encargado en recolectar y pagar los tributos, por lo que un censo esos lugares no tendría sentido. Este era el caso de la región de Judea, la cual estaba bajo el control de Herodes el Grande cuando nació Jesús. Consecuentemente, incluso si hubiese habido un censo simplemente no tendría sentido que este incluya a los habitantes de aquella región. En efecto, fue solamente cuando Judea entró directamente bajo control romano en el año 6 d.C. que finalmente se realizaría ahí un censo: el Censo de Quirino, censo que parece ser la verdadera inspiración del relato de Lucas, como explicaré a continuación.
Lucas y el Censo de Quirino
El llamado “Censo de Quirino” ocurrió en el año 6 d.C. inmediatamente después que Roma depuso al hijo de Herodes, Arquelao, y tomó control directo de la región de Judea. El censo se le llama así porque fue conducido por Publio Sulpicio Quirinio, el cual fue designado en ese momento como gobernador romano de Siria y al que le encomendó la tarea.
Así, parecería ser que Lucas realmente está pensando en ese evento al escribir su narrativa, siendo que el propio evangelista nos dice que «este primer censo se efectuó cuando Quirino gobernaba en Siria» (2:2), lo cual describiría perfectamente al Censo de Quirino. Sin embargo, es evidente que Lucas, escribiendo décadas después de los eventos y probablemente con fuentes imperfectas, se ha confundido respecto de la naturaleza y fecha de dicho evento. En efecto, el Censo de Quirino no fue un “censo universal” sino un ordinario censo puramente local que no exigió a sus participantes registrarse en sus hogares de origen. No solo eso, sino que durante ese censo Galilea, a diferencia de Judea, seguía bajo la jurisdicción de un rey súbdito (Antipas) por lo que no tendría sentido que José haya tenido que ir a registrarse en un censo romano, mucho menos en Belén.
Pero el verdadero problema es que simplemente es imposible que Jesús haya nacido durante el Censo de Quirino. Tanto Lucas como Mateo insisten que Herodes el Grande todavía ocupaba el trono de Judea cuando nació Jesús, pero el censo de Quirino ocurrió 10 años después de la muerte del monarca. Si Jesús nació durante el Censo de Quirino entonces toda la cronología de su vida debe de moverse 10 años hacia el futuro, creando una serie de dificultades históricas imposibles de resolver. Jesús nunca hubiese podido ser discípulo de Juan Bautista (quien ya habría sido decapitado), ni haber sido juzgado por Poncio Pilato (quien ya hubiese sido sustituido), ni haber sido crucificado bajo el Imperio de Tiberio (quien ya no era emperador) entre otras dificultades irremediables.
En definitiva, ya que es imposible que Jesús haya nacido durante el Censo de Quirino y no hubo otro censo en la región anterior a ese (y mucho menos uno con las características descritas por Lucas), necesariamente tenemos que concluir que el relato de evangelista, por más icónico que sea, simplemente no puede ser histórico.
Problemas Históricos con el Nacimiento de Mateo
Mateo, por su parte, también contiene elementos que rinden su narrativa problemática históricamente hablando.
La Estrella de Oriente
A través de los tiempos se ha intentado emplear a la famosa “Estrella de Oriente” como referente científico para tratar datar el nacimiento de Jesús. Se ha especulado que la Estrella de Oriente fue un cometa, una supernova, una conjunción entre Júpiter y Saturno entro otras coloridas teorías. Sin embargo, al margen de los méritos científicos o astronómicos que estas hipótesis puedan tener, lamentablemente han obviado lo más elemental: leer el texto con cuidado.

En efecto, una lectura atenta del texto de Mateo nos indica por qué estos ingeniosos intentos son necesariamente infructuosos: la estrella descrita por Mateo no es ningún ente astronómico posible, sino que es una construcción literaria que refleja un entendimiento pre-científico de que es una estrella. Si leemos el texto con cuidado este nos indica claramente que los Sabios literalmente siguieron a la estrella hasta la casa de Jesús. Consecuentemente el ente descrito simplemente no puede ser una estrella, cometa, planeta, supernova o cualquier ente astronómico posible porque ninguno de estos entes puede guiar a nadie hasta una casa en particular (invito al lector a que esta noche salga y trate de ver cual estrella está encima de su hogar).
En efecto, Mateo ha escrito su relato dando por sentado el entendimiento antiguo de que son las estrella. La ciencia moderna nos indica que las estrellas son entes gigantescos (mucho más grandes que nuestro planeta) que se encuentran a billones de kilómetros a la distancia. Los judíos antiguos, sin embargo, los concebían como entes pequeños que existían debajo de la «bóveda celestial» del firmamento (ver imagen abajo), es decir, relativamente cerca de la superficie terrestre. Viéndolo desde esa perspectiva, es fácil ver como alguien podría imaginarse que uno de esos pequeños entes milagrosamente se acerque aún más a la superficie de la tierra para guiar a un grupo de personas literalmente hasta un edificio en concreto. El “Proto-Evangelio de Santiago”, un evangelio apócrifo escrito aproximadamente un siglo más tarde, pero presuponiendo el mismo entendimiento del universo, expandirá esta idea y nos dirá que la estrella no solo guió a los Sabios a la casa de Jesús, ¡sino que bajó y se posó directamente sobre su cabeza!
![PDF] Biblical Cosmology : The Implications for Bible Translation | Semantic Scholar](https://d3i71xaburhd42.cloudfront.net/63e1b44d3474477155cf534b3ee4c4f331f3e5f6/6-Figure1-1.png)
El problema no es trivial. Si uno lee la narrativa de Mateo esta simplemente se desmorona sin la estrella. Sin estrella, los Sabios nunca llegan. Sin Sabios, Herodes nunca se entera del nacimiento. Si Herodes nunca se entera, no hay persecución ni huida a Egipto. Y sin persecución, no hay motivo para reubicarse en Galilea. Consecuentemente, si la estrella descrita por Mateo realmente es un constructo literario basado en un error pre-científico, entonces difícilmente su relato puede ser histórico.
La Masacre de los Inocentes
Un segundo problema con el relato de Mateo consiste en que la masacre conducida por Herodes el Grande de todos los niños de dos año o menores en Belén y sus alrededores simplemente no figura en ningún otro autor de la época. En concreto, la Masacre de los Inocentes nunca es mencionada por Flavio Josefo, el famoso historiador judío, quien documentó con cuidado varias de las atrocidades cometidas por este monarca. Sin embargo, vale la pena indicar que es posible (aunque improbable) que la Masacre de los Inocentes haya ocurrido, pero que la noticia de esta simplemente no haya llegado a los oídos de Josefo o que este simplemente no la haya considerado lo bastante importante como para ser relatada.
Ahora bien, los problemas con los relatos de la Natividad no se limitan a las múltiples contradicciones entre ellos y los problemas históricos individuales de cada uno, sino que parecen estar en tensión con una tradición más antigua e históricamente probable que figura en el evangelio de Marcos.
Un Problema Adicional: El Evangelio de Marcos
Además de los problemas en reconciliar los relatos del nacimiento de Jesús, y resolver los problemas internos a cada una de las narrativas, existe una dificultad adicional: parecen contradecir aquello que tácitamente indica el evangelio de Marcos, el cual fue escrito con anterioridad al de Lucas y Mateo. En efecto, si bien es verdad que el evangelio de Marcos no incluye ningún relato sobre el nacimiento de Jesús, este si contiene un pasaje que presupone su familia, incluyendo su madre, no tenían ningún tipo de conocimiento sobre su identidad mesiánica antes de su ministerio público. El pasaje en cuestión es el siguiente:
Luego (Jesús) entró en una casa, y de nuevo se aglomeró tanta gente que ni siquiera podían comer él y sus discípulos. Cuando se enteraron sus parientes, salieron a hacerse cargo de él, porque decían: «Está fuera de sí». Los maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén decían: «¡Está poseído por Beelzebú! Expulsa a los demonios por medio del príncipe de los demonios». Entonces Jesús los llamó y les habló en parábolas. (…) En eso llegaron la madre y los hermanos de Jesús. Se quedaron afuera y enviaron a alguien a llamarlo, pues había mucha gente sentada alrededor de él. Le dijeron: “Mira, tu madre y tus hermanos están afuera y te buscan”. Jesús replicó: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?” Luego echó una mirada a los que estaban sentados alrededor de él y añadió: Aquí tienen a mi madre y a mis hermanos. Cualquiera que hace la voluntad de Dios es mi hermano, mi hermana y mi madre.” (Mc. 3: 20-34)
¿Tendría sentido este pasaje si el nacimiento de Jesús hubiese estado cargado de eventos sobrenaturales como nos indica Mateo y Lucas? Si la familia de Jesús sabía que este fue anunciado por ángeles, nació virginalmente, fue adorado por Sabios y pastores al nacer, y fue perseguido por un monarca de niño ¿cómo es posible que cuando Jesús empieza su ministerio público crean que “estaba fuera de si”? ¿No sabían ya que él era el Mesías o por lo menos un individuo especial? El Evangelio de Marcos no tiene ningún relato del nacimiento e infancia de Jesús, pero es evidente que su autor presupone que él tuvo un nacimiento e infancia ordinaria, motivo por el cual en ese evangelio su familia creyó que había enloquecido al iniciar su ministerio público.
En efecto, tanto Mateo y Lucas están conscientes de la incompatibilidad de este pasaje con sus relatos de la Natividad. Ambos evangelistas usaron a Marcos como fuente, pero cuando reproducen este episodio «convenientemente» omiten los versículos clave donde se indica que la familia de Jesús, incluyendo su madre, pensaron que había enloquecido (comparar Marcos 3 con Mateo 12 y Lucas 8). En efecto, es bastante obvio que ambos evangelistas estaban conscientes que esos versículos estaban en tensión con sus respectivos relatos del nacimiento de Jesús, motivo por el cual decidieron no incluirlos.
El problema se vuelve más marcado aún cuando notamos que el Evangelio de Juan también relata de modo independiente el hecho que la familia de Jesús haya sido escéptica respecto a su misión, aunque para este último evangelista los incrédulos solo eran sus hermanos (Jn. 7:5). Además de estar corroborada por una fuente independiente, precisamente el hecho que esta sea una tradición tan escandalosa nos indica que es poco probable que sea una invención de la Iglesia Primitiva. ¿Por qué los primeros cristianos hubiesen inventado una historia donde la familia de Jesús haya sido incrédula? En el lenguaje técnico de los expertos en el cristianismo primitivo, la tradición de que la familia de Jesús fue incrédula por lo menos al principio de su ministerio supera los criterios de múltiple atestación y dificultad, razón por la cual se puede afirmar que tiene una alta probabilidad de ser histórica. Y si esta tradición es histórica, entonces difícilmente los relatos de Mateo y Lucas pueden serlo.
Los Problemas Históricos de la Natividad: Conclusiones
El análisis de los relatos de Mateo y Lucas sobre el nacimiento de Jesús nos deja con una serie de inquietantes conclusiones:
- Son narraciones que aparecen relativamente tarde en el registro histórico del Nuevo Testamento y son imposibles de datar antes de la redacción de los evangelios de Mateo y Lucas (cosa que probablemente ocurrió no antes del 85 d.C, incluso posiblemente tan tarde como el 100 d.C),
- Una comparación de ambos relatos revela que se contradicen prácticamente en cada punto y una reconciliación de ambas narrativas es esencialmente imposible,
- Presentan serios problemas históricos individualmente,
- Contradicen una tradición anterior con buenas probabilidades de ser histórica, mencionada en el evangelio de Marcos y aludida en el evangelio de Juan, concretamente, que la familia de Jesús se sorprendió y no creyó en él al inicio de su ministerio, cosa que no tendría sentido si ellos sabían de su nacimiento sobrenatural,
- Su contenido, (incluyendo que Jesús haya sido concebido virginalmente o que haya nacido en Belén), no es mencionado ni aludido en ningún otro lugar del Nuevo Testamento a pesar que uno esperaría que lo fueran,
- No existe ninguna fuente confiable fuera del Nuevo Testamento que corrobore las ocurrencias que figuran en estos relatos (ej.: ningún autor menciona el censo de Lucas o la masacre de los inocentes de Mateo),
- Fueron redactados en una época y medio cultural donde comúnmente se fabricaban relatos fantásticos de los nacimientos de grandes personajes,
¿Cómo podemos explicar la existencia de estos relatos? ¿Encierran algún tipo de realidad histórica que podamos recuperar o son completamente ficticios? ¿Qué hay de los puntos en los cuales ambos evangelistas si están de acuerdo? ¿Qué podemos afirmar entonces positivamente sobre el nacimiento de Jesús de Nazaret desde una perspectiva histórica? Abordaré todos estos interrogantes en la segunda y tercera parte de esta serie.
BIBLIOGRAFÍA:
- Bellinzoni, Arthur J. The New Testament: An Introduction to Biblical Scholarship. Wipf And Stock Pub, 2016.
- Brown, Raymond E. The Birth of the Messiah: A Commentary on the Infancy Narratives in the Gospels of Matthew and Luke. Doubleday, 1999.
- Bohdi, Bihhku. In the Buddha’s Words: An Anthology of Discourses from the Pali Canon, (The Teachings of the Buddha) . Wisdom Publications. Kindle Edition.
- Crossan, John Dominic., and Richard G. Watts. Who Is Jesus?: Answers to Your Questions about the Historical Jesus. Westminster John Knox Press, 1999.
- Ehrman, Bart D. The New Testament: A Historical Introduction to the Early Christian Writings. Oxford University Press, 2016.
- Meier, John P. A Marginal Jew: Rethinking the Historical Jesus. The Roots of the Problem and the Person. I, Doubleday, 1991.
- Sanders, E. P. The Historical Figure of Jesus. Allen Lane, 1993.
- Vermès Géza. The Nativity: History and Legend. Doubleday, 2006.

Esta entrada es parte de una serie dedicada a reconstruir el Jesús Histórico. Las entradas que forman parte de esta serie a la fecha son:
- La Búsqueda del Jesús Histórico: Fuentes y Criterios
- ¿Existió Jesús?
- La Natividad: Historia y Leyenda (1)
- La Natividad: Historia y Leyenda (2)
- La Natividad: Historia y Leyenda (3)
- ¿Tuvo Jesús Hermanos?
- Jesús de Nazaret, Profeta Apocalíptico
- Los Actos Apocalípticos de Jesús
- Las Enseñanzas Apocalípticas de Jesús
- Movimientos Milenarios y los Orígenes del Cristianismo
- Un Jesús Apocalíptico: Conclusiones y Reflexiones (no publicado aún)
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