En una entrada anterior anuncié una serie dedicada al análisis literario de los cuatro evangelios canónicos desde la óptica histórico-crítica contemporánea. Habiendo terminado con la primera entrada de esa serie, la correspondiente al Evangelio según San Marcos, avanzo hacia el segundo de los evangelios canónicos escritos, el Evangelio según San Mateo.
Antes de empezar, creo necesario insistir que la perspectiva de este análisis no es teológica, sino histórico-crítica. Consecuentemente, este análisis seguirá una serie de reglas de interpretación que quizá sean poco familiares al lector, reglas que expliqué en detalle en una entrada anterior y que recomiendo fuertemente sea leída antes que esta. Igualmente, el lector quizá tenga curiosidad en leer la entrada relativa a la autoría de este evangelio.
Este análisis se centrará una perspectiva editorial, comparando a Marcos y Mateo. Me explico. La hipótesis prevalente en el mundo académico es que el autor del Evangelio de Mateo empleó a el Evangelio de Marcos como fuente (ver la entrada relativa al Problema Sinóptico para saber por qué). Esto abre la posibilidad de comparar ambos evangelios y ver que modificaciones Mateo le hizo a Marcos como editor, cosa que a su vez nos permite entender de manera más profunda la perspectiva única de este evangelista.

El evangelio de Mateo es el que más busca conectar a Jesús con el judaísmo.
El Evangelio según San Mateo: Características Generales
El Evangelio de Mateo es el evangelio canónico que más se esfuerza en colocar a Jesús dentro del judaísmo y sus tradiciones, algo que se vuelve evidente desde los primeros capítulos del evangelio. En efecto, piensen por un momento en la siguiente narración: un infante varón nace milagrosamente en una familia judía, pero un tirano busca destruirlo. El tirano asesina a todos los niños varones, pero el infante es protegido sobrenaturalmente del peligro en Egipto. Este individuo más tarde abandona Egipto y cruza a través de las aguas y entra en el desierto donde permanece un largo tiempo. Después de esto, este personaje va a la cima de una montaña desde donde entrega la Ley de Dios a sus seguidores.
¿Suena familiar? En efecto, los primeros capítulos del Evangelio de Mateo evocan de modo transparente los eventos en la vida de Moisés y del pueblo hebreo durante el Éxodo. El rey Herodes es semejante al Faraón, el agua del bautizo es semejante al cruce del Mar Rojo, los 40 días en el desierto se asemejan a los 40 años que los hijos de Israel vagaron en el desierto y finalmente el Sermón de la Montaña es parecido a la revelación de Moisés en el Monte Sinaí. Para Mateo, al igual que Marcos, Jesús es el prometido Mesías, pero para este evangelista Jesús también es un segundo Moisés que ha venido a liberar a su pueblo (de sus pecados, ver Mateo 1:21) entregándoles la Ley de Dios.
La presentación de Jesús como un segundo Moisés no es la única manera que el evangelista conecta a Jesús con la historia del pueblo hebreo. En efecto, otra forma característica en la que Mateo expresa esa estrecha relación es salpicando su evangelio con citas del Tanaj (el “Antiguo Testamento”), las cuales “se cumplen” mediante eventos de la vida de Jesús. Vale la pena apuntar que la gran mayoría de estas citas no eran predicciones en su contexto original, sino que Mateo está empleando una técnica hermenéutica judía similar a la denominada “pesher” (פשר), la cual consiste en conectar eventos del presente o pasado cercano con pasajes del Tanaj interpretando estos pasajes retrospectivamente como “predicciones ocultas” de estos eventos. Así, bajo este esquema interpretativo, una narración, salmo, o pasaje de la Ley pueden leerse como predicciones al margen de la intención original de su autor. Mateo no es el único autor judío de la época en emplear este tipo de técnicas, ya que la técnica pesher fue tambien empleada por los Esenios en Qumran.

En relación con Marcos, la fuente principal de Mateo, este prácticamente elimina el “Secreto Mesiánico” que caracteriza su evangelio. En efecto, la identidad de Jesús como el Mesías es conocida incluso antes de su nacimiento. De igual forma, Mateo presenta a los dicípulos de Jesús en una luz mucho más positiva que Marcos (comparen, por ejemplo Marcos 10:35-40 con Mateo 20:20-23). Los discípulos de este evangelio son capaces de reconocer y seguir a su maestro incluso antes de la famosa declaración de Pedro (ver, por ejemplo, Mateo 14:33). Igualmente, Mateo tiene una tendencia a “mejorar” los milagros de Jesús descritos en Marcos, haciéndolos incluso más impactantes (comparar, por ejemplo, Marcos 5:22-43 y Mateo 9:18-26, o Marcos 5:1-17 y Mateo 8:28-34).
Los Antepasados del Mesías Judío
El evangelio de Mateo empieza con una genealogía de Jesús que lo conecta con Abraham, el padre de los judíos y David, su más grande rey. Así, la genealogía presentada por Mateo coloca a Jesús en la linea dinástica davidica, cosa esencial para que el sea el esperado mesías judío.
Mateo indica que hubieron “catorce generaciones desde Abraham hasta David, catorce desde David hasta la deportación a Babilonia, y catorce desde la deportación hasta el Cristo” (Mateo 1:17). Con esto, el autor da una significación mística al nacimiento de Jesús y su conexión con el pueblo israelita: cada catorce generaciones algo de trascendental importancia ocurre a los judíos, por lo que el momento del nacimiento de Jesús no fue un azar, sino que corresponde con el plan divino para Israel. Pero no solamente eso, sino que el número catorce tiene una significación numerológica importante que puede pasar desapercibida para lectores modernos. En primer lugar, catorce es dos veces siete, número que en la antigüedad se creía dotado de propiedades místicas. En segundo lugar, el número catorce es el número que corresponde a la suma de las letras del nombre hebreo de David “d-v-d” “דוד” (el alfabeto hebreo no tiene vocales y las letras servían también de números).
Ahora bien, Mateo tuvo que hacer “ajustes” para llegar a este sorprendente resultado. En efecto, si uno compara la genealogía de reyes que aparece en Mateo con la genealogía del Libro de Crónicas, se puede apreciar que el evangelista se “saltó” cuatro reyes, concretamente, a Ocozías, Joás, Amasías y Joacim. Esto puede ser comprobado por el lector contrastando la genealogía de Mateo con 1 Crónicas 10-16 (se debe tomar en cuenta, sin embargo, que Azarías también era conocido como Uzías).
El Nacimiento del Mesías Judío
A diferencia de Marcos donde todo parece indicar que Jesús tuvo una existencia ordinaria hasta antes de su bautizo, Mateo indica que Jesús tuvo un nacimiento y una infancia excepcional. En efecto, para Mateo la identidad de Jesús como el Mesías fue evidente para quienes lo rodeaban desde incluso antes de su nacimiento.
La madre de Jesús es una virgen que ha concebido milagrosamente. El niño nace en Belén, lugar donde había nacido el Rey David y de donde se esperaba a su sucesor. Poco después de su nacimiento un grupo de sabios de oriente vienen a adorarlo. Incluso Herodes y los escribas saben que ha nacido el Mesías, pero intentan asesinarlo.

El niño, sin embargo, es protegido sobrenaturalmente de todo peligro escapando a Egipto. A la muerte de Herodes, la familia de Jesús regresa, pero en vez de regresar a Belén deciden reubicarse en Nazaret, en Galilea.
El Bautizo del Mesías Judío
En la escena del bautizo de Jesús, el Secreto Mesiánico de Marcos también es eliminado por la mano editorial de Mateo. En efecto, como vimos, en Marcos la voz del cielo proclama “Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo” (Marcos 1-11), claramente indicando que esta voz le habla a Jesús. No se da señales de que Juan o ningún otro presente conozca de su identidad. En Mateo, sin embargo, un dialogo entre el Bautista y Jesús deja en claro de que Juan sabe de la identidad de Jesús. Pero no solo eso, sino que en ahora la voz del cielo anuncia “Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él” (Mateo 3:17), claramente dirigiéndose no a Jesús, sino a todos los demás presentes.
Así, mientras que en Marcos la identidad de Jesús permanece secreta durante la gran mayoría de su evangelio, en Mateo esta es conocida por todos sus seguidores e incluso algunos de sus enemigos desde el inicio. En efecto, el ministerio público de Jesús aún no ha iniciado, ¡y ya hay una lista extensiva de individuos que conocen de su identidad!: la familia de Jesús, los sabios de oriente, Juan Bautista, todos los presentes en su bautizo, y, en menor medida, el difunto Herodes y sus escribas.
Las Enseñanzas del Mesías Judío
Poco después del bautizo de Jesús y su tentación en el desierto, Mateo nos presenta su famosísimo Sermón de la Montaña. Este largo sermón está compuesto principalmente de material “Q”, es decir, de enseñanzas que habrían estado recogidas en el documento empleado por Mateo y Lucas como fuente adicional a Marcos.

El tema principal de todo el Sermón es la pronta venida del Reino de los Cielos (la forma que Mateo se refiere al “Reino de Dios” de Marcos). Mediante las “Bienaventuranzas”, Mateo introduce la idea de este Reino e indica que su venida hará que la presente jerarquía de las cosas se invierta: los pobres, humildes, hambrientos y perseguidos no son miserables, sino benditos, puesto que a ellos les pertenecerá. Pero, ¿qué es necesario para acceder a él?
A diferencia de otros autores del Nuevo Testamento como Pablo, para Mateo el acceso al Reino de los Cielos no ocurre al margen del cumplimiento de la Ley Mosaica, sino que al contrario no solo hay que cumplirla, sino superar su tenor literal:
No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos, sino a darles cumplimiento. Les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra ni una tilde de la ley desaparecerán hasta que todo se haya cumplido. Todo el que infrinja uno solo de estos mandamientos, por pequeño que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos; pero el que los practique y enseñe será considerado grande en el reino de los cielos. Porque les digo a ustedes que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia supere a la de los fariseos y de los maestros de la ley. (Mateo 5:17-20)
Para Mateo las enseñanzas de Jesús no se contraponen a la Ley de Moisés, sino que la presuponen y aumentan.
En efecto, inmediatamente después de estas palabras Jesús pronuncia las llamadas “Antítesis”, con las cuales exhorta a sus seguidores superar los requisitos literales de la Ley Mosaica. Mientras la Ley prohíbe el homicidio, Jesús prohíbe incluso el enojo. Mientras la Ley prohíbe el adulterio, Jesús prohíbe incluso la concupiscencia. Mientras la Ley exige un que el marido entregue un certificado a su mujer para poder divorciarse, Jesús prohíbe el divorcio (salvo casos de adulterio o inmoralidad sexual). Mientras la Ley prohíbe incumplir un juramento, Jesús prohíbe incluso darlo. Mientras la Ley limita la retaliación mediante un principio de proporcionalidad (“ojo por ojo”), Jesús prohíbe retaliación de cualquier tipo. Mientras la Ley prescribe el amor al amigo, Jesús prescribe amar incluso a sus enemigos. Así, el discurso de Jesús en Mateo no constituye un rechazo de la Ley, sino un aumento en su intensidad.
El resto del Sermón de la Montaña sigue esa línea, colocando extrema importancia al cumplimiento de requisitos éticos (ej.: la necesidad de orar, ayunar, ayudar a los necesitados, abstenerse de juzgar etc.) e insistiendo que los actos, y no solo la fe, se requieren para entrar en el Reino de los Cielos (ej. Mateo 7:21-23). Así, los requisitos éticos de Ley son expandidos. Pero, ¿qué hay de los otros aspectos de la Ley Mosaica? ¿Qué hay de sus aspectos cúlticos como el respeto al Sábado y las normas alimenticias?

En ninguna parte del evangelio se da una respuesta directa a este interrogante, pero mucho puede inferirse de lo que tácitamente nos indican varios pasajes. En efecto, es revelador que Mateo haya editado a Marcos para remover su explícita indicación de que Jesús derogó las normas alimenticias judías (comparar Marcos 7:1-23 con Mateo 15:1-17). Igualmente, de forma sorprendente, el Jesús de Mateo indica que “(l)os maestros de la ley y los fariseos tienen la responsabilidad de interpretar a Moisés. Así que ustedes deben obedecerlos y hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo que hacen ellos, porque no practican lo que predican.” (Mateo 23:1-3). Del mismo modo, al atacar a los escribas y Fariseos Jesús indica que ellos “Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello.” (Mateo 23:27). Igualmente, Mateo edita el discurso apocalíptico de Marcos donde Jesús les indica a sus discípulos que recen para que el día del desastre no sea en invierno (cuando sería más difícil escapar, ver Marcos 13:18) a lo que Mateo añade “ni en un Sábado” (Mateo 24:20), ya que emprender viajes durante el Sábado está prohibido por las costumbres judías, presuponiendo entonces que los seguidores de Jesús respetarían también el Sábado.
Consecuentemente, de estos pasajes infiere que es probable que este evangelista crea que los requisitos cúlticos de la Ley (e.j.: el Sábado, las reglas alimenticias, la circuncisión etc.) debían ser respetados por la comunidad cristiana, a diferencia de otros líderes como Pablo, quién creía que esos requisitos eran innecesarios. Sin embargo, Mateo insiste que de existir algún conflicto entre los mandatos éticos de la Ley y sus aspectos cúlticos, estos primeros tienen absoluta prioridad sobre los segundos (ver, por ejemplo, Mateo 12:11).
Los Oponentes del Mesías Judío
Si bien queda claro que para este evangelista no existe un conflicto entre Jesús y el judaísmo, lo cierto es que el conflicto entre este y las autoridades judías es de un carácter absolutamente vitriólico, aún más agresivo y hostil que en Marcos. Mientras para Marcos (siguiendo su tema del Secreto Mesiánico) las acciones de los oponentes de Jesús se explican por su incapacidad de entender quién es él y que es lo que dice, en Mateo los oponentes de Jesús son presentados como hipócritas: individuos que conociendo los requisitos de la Ley de Dios han deliberadamente elegido no seguir lo que ellos mismos predican.
La hipocresía de estos líderes es evidente ya desde la historia del nacimiento e infancia de Jesús, cuando Herodes y los escribas intentaron asesinar a quien ellos sabían perfectamente era el prometido Mesías. Jesús es incesante en su ataque contra ellos, asemejándolos a sepulcros que por fuera parecen limpios mientras por dentro están llenos de podredumbre (Mateo 23:27). Igualmente, Jesús indica que su fracaso en liderar al pueblo Israelita será castigado, siendo que incluso los recolectores de impuestos y las prostitutas (los “peores” pecadores) entrarán al Reino de los Cielos antes que ellos (Mateo 21:31). Igual que en Marcos el conflicto entre las autoridades religiosas y Jesús tiene como resultado su arresto, juicio y ejecución.
La Muerte del Mesías Judío
La narración de Mateo sigue muy de cerca a la narración de Marcos respecto al arresto, juicio, muerte y resurrección de Jesús. Sin embargo, Mateo altera a Marcos en varios puntos que reflejan su propia perspectiva.
Jesús y sus seguidores viajan a Jerusalén para la celebración de la Pascua judía. Ahí Jesús, igual que en Marcos, protagoniza un violento incidente en el Gran Templo de Jerusalén, acusando a sus administradores de hipocresía y dando un discurso apocalíptico donde predice la inminente destrucción del Templo y la pronta llegada del Hijo del Hombre en las nubes del cielo para inaugurar el Reino de los Cielos en esa misma generación (Mateo 24:34). Sin embargo, justo después de este discurso Mateo introduce una serie de parábolas que tienen como propósito exhortar al oyente a estar preparado, pero ser paciente para la llegada del Día Final. Estas parábolas son únicas a Mateo. En efecto, todo indica que Mateo, escribiendo años después de Marcos, a atenuado la inminencia apocalíptica de su antecesor en vista que el Fin no ha llegado aún.
Jesús es traicionado por Judas Iscariote el cual posteriormente, carcomido por la culpa,se ahorca (un detalle solo presente en este evangelio). Jesús es llevado ante el Sanedrín donde es condenado por blasfemia y posteriormente llevado ante Pilatos. Mateo aquí edita este juicio para que la culpa por su muerte recaiga más fuertemente sobre los líderes judíos. En efecto, en este evangelio la esposa de Pilatos, a raíz de un mal sueño, intercede por Jesús y Pilatos insiste numerosas veces en su inocencia, pero los líderes judíos empiezan a agitar a las multitudes.
Aquí Mateo hace una edición curiosa a Marcos. Como ya vimos al examinar ese evangelio, existe la elección que Pilatos da entre Jesús y el insurgente Barrabás tiene un significado más profundo que a veces pasa desapercibido: Barrabás literalmente significa «Hijo del Padre» en Arameo (Bar=»Hijo de», Abba=»Padre»). La muchedumbre tiene ante sí no a uno, sino a dos «Hijos del Padre» representando dos modelos mesiánicos incompatibles (el mesías sufriente vs. el mesías insurrecionista). Mateo claramente le gusta la idea de Marcos y la amplifica dándole a Barrabás un primer nombre: Jesús. En efecto, en Mateo Barrabás se llama «Jesús Barrabás», por lo que la muchedumbre tiene ante sí a dos «Jesús, Hijo del Padre». Aquí igual que en Marcos, sin embargo, la muchedumbre incitada por los líderes judíos escogen al Mesías equivocado. Derrotado, Pilatos se lava las manos (detalle único de Mateo) y condena a Jesús a la cruz.
La narración de la crucifixión y muerte de Jesús siguen bastante de cerca la narración Marcana, pero añade un detalle impactante. Además de la rasgadura de la cortina del Templo, otro signo sobrenatural acompaña la muerte de Jesús. En el momento que expira, Mateo indica que ocurrió un gran terremoto que abrió varias tumbas de las cuales salieron varios muertos resucitados. Viendo estos signos, el miedo invade el corazón del centurión y los demás al pie de la cruz, los cuales exclaman “¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!”
La Resurrección del Mesías Judío
Siguiendo la narración Marcana, José de Arimatea (aquí descrito como un “hombre rico” en vez de un miembro del Sanedrín), pide a Pilatos el cuerpo de Jesús y lo entierra en una tumba de su propiedad. En este evangelio los líderes judíos, temerosos que los discípulos se roben el cuerpo de Jesús para fingir su resurrección, exhortan a Pilatos que coloque guardias en su tumba, cosa a la que él accede.
El relato de la resurrección de Jesús presentado por Mateo difiere significativamente de Marcos. En efecto, en este evangelio la piedra no se halla ya rodada cuando llegan las mujeres a lavar el cuerpo de Jesús, sino en ese momento un ángel baja del cielo y con un terremoto rueda la piedra ante sus ojos (aterrando los guardias en el proceso) revelando la tumba vacía. El ángel anuncia a las mujeres que Jesús ha resucitado y que se encontrará con sus discípulos en Galilea y el propio Jesús se les aparece momentos después para repetir el mismo mensaje. Las mujeres, en vez de guardar silencio como en Marcos, fielmente anuncian el mensaje a los discípulos los cuales se dirigen “a la montaña que Jesús les había indicado” en Galilea.
Ahí, en una escena que nos recuerda a la transfiguración, el Jesús resucitado se manifiesta en su gloria. El evangelio concluye sus palabras:
Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo. (Mateo 28: 18-20)
Esta entrada es parte de una serie sobre la exégesis histórica de los evangelios canónicos. Las entradas que componen esta serie son:
- La Exégesis Histórica de los Evangelios: Las Reglas a Seguir
- Jesús, el Enigmático Elegido de Dios: El Evangelio según San Marcos
- Jesús, el Mesías Judío: El Evangelio según San Mateo
- Jesús, el Salvador Universal: El Evangelio según San Lucas
- Jesús, el Hombre Bajado del Cielo: El Evangelio según San Juan
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Jesús, de acuerdo, al sabio de mishna, el rabí Akiva, no concuerda, ni existió, por lo que se deduce, que los evangelios son una farsa, armado, por historiador, y sabio romano, Eusebio, a mi modo de ver, el nuevo testamento como aquí se argumenta, solo es una mala copia de la Torah, y el mesías judío, no se ajusta con los predicamentos, de los profetas, ya que bajo su nombre trajo destrucción, y exterminio a su propio pueblo, quien debía el mesías rescatar.
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¡Gracias por su comentario y perspectiva!
Es verdad que Jesús no encajó (ni encaja) en las expectativas mesiánicas del judaísmo, los cuales esperan a un mesías que restaure Israel y la monarquía Davídica.
Ahora bien, no estoy totalmente familiarizado con las enseñanzas del gran Rabino Akiva, pero a mi entender no creo que él haya mencionado a Jesús o el cristianismo en sus escritos (si estoy equivocado, por favor corríjame e indíqueme donde encontrar las menciones). En todo caso, Akiva vivió un siglo después de Jesús por lo que su perspectiva histórica sobre este personaje (si es que la tuvo) estaría ya bastante distorsionada (al igual que las perspectivas de cristianos o paganos escribiendo en esa época).
Los evangelios no son (ni pretenden ser) recuentos exactos “jugada por jugada” de lo ocurrido durante la vida de Jesús. Hoy día sabemos que están saturados de la inventiva y creatividad propia de los evangelistas, que los usaron para transmitir sus perspectivas teológicas. Sin embargo, es incorrecto creer que no guardan dentro de ellos verdades históricas.
En particular, es totalmente falso creer que fueron redactados por Eusebio de Cesaréa. Eusebio vivió en el Siglo IV mientras que el consenso académico hoy en día es que los evangelios canónicos fueron escritos entre el año 70 d.C y el 120 d.C.
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Me he leído toda la serie sobre el cristianismo. Me encanta y también la perspectiva historico-crítica utilizada, que no se centra en desacreditar creencias sino en hacer un análisis académico de los textos. Estaré esperando los siguientes artículos. Gracias desde ya por la información útil, precisa y amena.
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Deberías de estudiar teología para escribir sobre la Biblia. Se nota tu nulo conocimiento de teología tus comentarios son sensacionalistas típico de alguien que busca lucrar hablando de la vida de Jesús.
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Seguiré su consejo, mi estimado. ¡Es obvio que no he estudiado teología o historia y no sé de lo que hablo! Quizá algún día sepa tanto como usted.
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Soy Cristiana y se nos ensena que el Jesus que mateo presenta es dirijido a los judios, a la casa de Israel. lo unico que lei en este articulo fue un mateo manipulador.
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